martes, 6 de abril de 2010

Una semana diferente a todas las demás

Viernes santo, vivencia en carne propia del viacrucis

Se llevaron una Semana Santa en el corazón, y nosotros la satisfacción del objetivo logrado.


Por: Andrés Sarmiento Rivera

Llegó el tan esperado viernes santo. Me encuentro trabajando en Cafam y les voy a describir el sentimiento que viví al ser parte de la representación del viacrucis de Semana Santa en el Centro de Vacaciones Cafam Melgar. Nos encontramos representando el pasaje bíblico donde el pueblo de Judea toma la decisión de salvar a Jesús o Barrabas, siendo los extras, mis compañeros de recreación, los aldeanos que gritan, crucifíquenlo, mátenlo, el es el falso profeta, entre otras palabras hacia Jesús (Néstor-monitor), los guardias Óscar, Sergio, mi persona y los centuriones (capitanes) Jaime y Giovanni deciden comenzar con los azotes hacia él Señor, lo impresionante de esto es la forma como la gente (los vacacionistas, usuarios) no siguen pero empiezan a sentir lo que en verdad fue el viacrucis de Jesús. Seguimos con la segunda estación donde le imponen la cruz a Jesús, y comenzamos los guardias con los latigazos hacia él.
Utilizamos pedazos de polipropileno blanco untados de pintura roja para hacer parecer que cuando le estamos dando latigazos a Jesús chispeara sangre, entre estos azotes le gritamos con burlas : camina falso profeta, pueblo aquí esta su Rey, mentiroso, embusteros, entre otros. Continuamos nuestro camino bajo un solazo insoportable y llegamos a la tercera estación donde se efectúa la primera caída del señor, aquí empieza lo interesante. Néstor Arias, monitor del grupo de recreación, es muy amargado, sobre potente, y nos molesta mucho la vida en el trabajo pero al ser yo uno de los guardias y él Jesús empiezo a “desquitarme” dándole latigazos llegando al punto de que la misma gente me dice que no le pegue más. Seguimos nuestro recorrido y llegamos a la cuarta estación donde María llora para que no le sigan pegando a Jesús y la forma en que María (Yanni) se apropia del papel, como lloraba sabiendo que es una representación, sentí como si hubiera estado en ese momento y las lágrimas de ella me invadieron, y siendo yo uno de los guardias se me escaparon una o dos lágrimas en ese momento, es más acordándome en este momento de ese papel se me estremece la piel, en fin, los centuriones siguen con sus órdenes de azotar a Jesús: azotadlo, el no es el Mesías.
En fin continuamos caminando, y llegamos a la estación número nueve: Jesús cae con su cruz por tercera vez, esta caída la ocasiono yo (guardia) dándole una patada en la espalda que la gente quedó asombrada de lo ocurrido en esta estación, cuando de repente uno de los centuriones dice, este pedazo fue muy cruel: un momento, momento, este hombre necesita de agua, alguien de sus seguidores que le regale agua, una señora de las del público saca su botella de agua y se la da a Jaime (centurión) y lo que hace él, regar el agua, tomar un poco limpiarse los pies y echársela en la cabeza a Jesús. La gente en ese momento se sintió molesta por esta actitud tomada por el capitán pero pues así fue como se vivió.
Por ultimo continuamos bajo ese rayo de sol como a las 12:30 del medio día, y llegamos a la treceaba estación donde tenemos que subir a Jesús a la cruz, en ese momento la aglomeración de la gente fue mayor porque ya venían viviendo en carne propia por todo lo que vivió Jesús de este viacrucis. De esta manera fue cómo sentí en carne propia cómo debió haber sido el viacrucis del Señor.

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